
Año 2018
Siete rasgos psicológicos del narcisismo que un narcisista nunca admitiría
Aprende a detectar cuándo el egocentrismo y la manipulación son fruto de una personalidad patológica
Que no hagas terapia ni hayas pasado por la consulta de psicología no quiere decir que no tengas una personalidad narcisista, patológica a más no poder. Al fin y al cabo, ¿dónde ibas a encontrar un facultativo a tu nivel? "En algunos casos, cuando los narcisistas aceptan ir a terapia, la primera premisa es que el facultativo esté a la altura de sus expectativas, tiene que ser de reconocido prestigio y estar altamente capacitado para atenderlo", asiente el psicólogo sanitario José Elías Fernández. O lo que casi es peor. Quizá hay un narcisista a tu alrededor, haciéndote la vida imposible sin que puedas imaginarte cuál es la causa de sus delirios.
En ese caso, hasta que no aprenda a desarrollar la inteligencia emocional, consiga regular sus sentimientos y los de los demás, reconozca sus cualidades y capacidades en su justa medida, acepte las críticas, desarrolle una autoestima y tenga objetivos realistas, más vale que te andes con ojo. Los narcisistas pueden ser muy tóxicos. Pero les costará más esconderse si conoces todos los rasgos de una personalidad narcisista que los psicólogos han detallado para que no bajes la guardia.
Se creen superiores, pero no son nadie sin tu admiración
Los narcisistas son arrogantes y prepotentes, y no lo son por casualidad. Se creen únicos, especiales, dueños y señores de una existencia maravillosa que está muy lejos de la que los demás podrían siquiera imaginarse. "Este concepto grandioso de su personalidad y de su vida les lleva a pensar que no se pueden relacionar con cualquiera, que deben buscar personas de su categoría", explica Fernández, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid. "De ahí que la mayoría de las personas signifiquen muy poco para ellos", añade.
Curiosamente, sí son conscientes de sus defectos, y algunos incluso saben que exageran sus capacidades muy por encima de la realidad. "Por eso necesitan ser admirados constantemente", señala Fernández. Lo malo es que, en su afán por sobresalir, exageran sus logros hasta un límite tan estratosférico que se convierten en personas enojosamente competitivas. "Son los únicos que consiguen triunfos en la vida (otros los alcanzan y ni lo saben), los demás no están a su altura, y se fijan en lo negativo de las personas a su alrededor" para destacar por comparación, señala el psicólogo.
También piensan que sus experiencias tienen más valor que las de los demás, y sienten que deben constituir el ejemplo para aquellos que los rodean. No lo hacen por dar consejos sino para ser el centro del discurso. Eso provoca que sus relaciones sociales se deterioren y necesiten nuevos contactos que les admiren, aunque, con el tiempo, modulan el discurso al asumir que generan rechazo.
Tienen la misma capacidad de escuchar que las piedras
El mundo de los narcisistas es pequeño, se limita a lo que ellos piensan y hacen, en su cabeza solo caben ecos de sus propios pensamientos. "No escuchan a los demás porque no les importan nada. La avidez de admiración les lleva a creer que todo en su vida es excepcional, no existen hechos normales, su existencia es maravillosa, está plagada de triunfos y notoriedad", describe Fernández.
La mentira es uno de los andamios de los narcisistas, pero sus historias son lejanas, difíciles de confirmar
Sin embargo, en sus relaciones personales y sociales impera la envidia, tanto la que sienten por los éxitos ajenos como por la que creen que los demás tienen por sus logros. La cautela es la norma si un narcisista se acerca a ti, pues si tienen que apoyarse en sus compañeros para sobresalir, no dudarán en hacerlo.
Son los peores camaradas que uno pueda tener porque su falta de receptividad los hace incapaces de ayudar a los demás. "En situaciones como ir de viaje, cuando se hace con alguien a quien no se conoce bien, hay que tener cuidado porque afloran muchas personalidades. Las narcisistas nos la pueden jugar en cualquier momento", advierte el experto.
El éxito ilimitado, esa fantasía sobre la que cabalgan
Formarse una realidad paralela también es uno de los rasgos identificativos de los narcisistas. "La mayor parte del tiempo no viven en la realidad. Sus conceptos erróneos sobre sus capacidades los introducen en un mundo de fantasías y de poder sobre los demás. Lo único que hacen, con la esperanza de alcanzar el éxito a toda costa, es engañarse a ellos mismos y a los demás", reflexiona Fernández.
Las personas narcisistas solo pueden alcanzar el objetivo con una imaginación desbordada. "Suelen mentir. Un clásico es que te hablen de cosas lejanas que nunca podrás comprobar, pero cuanto más se engañan a sí mismos, más se lo creen. Con su fantasía ilimitada maximizan y rentabilizan lo bueno, que en buena parte se han atribuido de otros", destaca el psicólogo. Todos mentimos, pero no más de dos veces al día, la cifra que marca cuándo podría ser un problema. Por supuesto, no les hagas caso si te echan la culpa, en la vida del narcisista el fracaso siempre pertenece al mundo exterior.
Ocultan sus emociones, sobre todo su vulnerabilidad
"Si alguien cercano a un narcisista está pasando un mal momento, no le hará el mínimo caso. Pero cuando ellos se sienten mal sí buscan que los demás le brinden su apoyo", explica Fernández. Su problema es que, al pretender situarse en el centro de gravedad de sus relaciones, están despojados de empatía, y eso les impide ponerse en el lugar de los otros. Pero suelen ser vulnerables.
Lo que pasa es que los narcisistas sienten la necesidad de esconder sus defectos a toda costa, y convierten su inseguridad en una falsa fortaleza cuyo objetivo es que nadie pueda hacerles daño. "Para conseguir no mostrar su vulnerabilidad harán todo lo que sea necesario, como hablar excesivamente, reconducir las conversaciones, menospreciar a los demás, señalar sus defectos... todo con tal de no mostrarse débiles", recalca el profesional.
Son adictos al control... y no solo a eso
Los narcisistas no pueden mantener las manos lejos del timón. "Quieren que nadie pueda desvelar su inseguridad y su falta de autoestima", y por eso tratan por todos los medios de llevar cada situación a su terreno, señala Fernández.
Al contrario de lo que se piensa, los narcisistas huyen de las redes sociales porque no tienen control sobre ellas
Suele decirse que las redes sociales son un campo abonado para el narcisismo, pero la afirmación no es del todo correcta. El carácter visual y estético de estas plataformas puede intensificar su conducta, pero no es un escenario cómodo para ellos porque es un mundo que no pueden controlar. "Su personalidad no tolera las críticas, y al final salen de la red social porque no la aguantan", añade el psicólogo clínico Jorge Barraca. Además, son incapaces de asumir la cruda realiad, que los selfies que se publican en las redes no le interesan a nadie.
Una vía frecuente para compensar los sentimientos de dolor o frustración son las adicciones, ya sea hacia las compras, el alcohol, otras drogas, el deporte, el sexo o el juego. "La adicción, que interfiere en su vida personal, laboral y social se relaciona con la necesidad de sentir euforia constantemente y amortiguar el malestar, porque la persona narcisista no puede consentir que en su vida haya dolor, siente intolerancia al apagamiento y la tristeza", explica Barraca.
Si se hacen contigo serás su marioneta
Si mirásemos los contactos de la agenda de un narcisista, apunta el psicólogo clínico Barraca, veríamos que el criterio para clasificarlos distingue a quienes les pueden servir de los que no. "Los narcisistas suelen aprovecharse de los demás. Lo hacen, por ejemplo, con personas bien posicionadas para ganarse su confianza. Esto suele pasar mucho en política. Echan mano de asesores que les ayudan a ascender y se apropian de los aciertos de los que le rodean para ascender", describe el profesional.
Y es que los narcisistas dominan el sutil arte de llevar a su terreno tanto a las personas como las situaciones, impidiendo el libre fluir de los acontecimientos. Siempre están al acecho, prestos a reconducir a quienes intenten decir o hacer algo que no les guste, o que no les permita manifestar su grandiosidad y poder frente a los demás. Amigos de este tipo solo traen problemas, todos los días, pues siempre se sitúan por encima de ti, constantemente quieren rebajarte e intentan que sirvas a sus propósitos.
Un narcisista nunca se identifica como tal
Si tras leer todas estas características piensas que lo mejor que puedes hacer es llamar a la consulta del psicólogo más caro de tu agenda, puedes estar tranquilo. Un auténtico narcisista nunca se identificará con estos rasgos. "Para la persona narcisista, las aspiraciones nunca son desmedidas. Si son el centro de atención, es porque lo merecen. Para esas personas es ridículo intentar identificarse con estos puntos", indica Barraca.
¿Una bofetada a tiempo? Por qué el castigo físico a los niños siempre es una mala idea
Tras revisar miles de estudios, investigadores concluyen que la violencia corporal, por leve que sea, tiene consecuencias negativas para el futuro de los menores en diversos aspectos de su vida
Una papelera en el Hospital de Muñecas de Sídney. (Reuters)
¿Hasta dónde es aceptable que una madre o un padre recurran al castigo físico para educar a sus hijos? ¿Es justificable un azote o una bofetada de vez en cuando? ¿Hacen algún mal? ¿Hacen algún bien? Quien más, quien menos habrá discutido sobre ello alguna que otra vez o se habrá visto en la tesitura de tener que decidir cómo actuar.
Más allá del debate social y de las restricciones que imponen las leyes, en las últimas décadas numerosas investigaciones han abordado las consecuencias que tiene cualquier tipo de violencia sobre los niños, por leve que sea. Ahora, psicólogos estadounidenses acaban de publicar un artículo en la revista 'American Psychologist' que revisa los estudios sobre esta cuestión y sus conclusiones son contundentes.
"Existe una amplia evidencia de que el castigo físico pone a los niños en riesgo de sufrir daños físicos y emocionales, así como problemas de salud mental, de conducta y cognitivos", afirma en declaraciones a Teknautas Elizabeth Gershoff, profesora de psicología del desarrollo de la Universidad de Texas.
Esta misma investigadora ya lo dejaba claro en un metaanálisis publicado hace dos años que incluía 75 estudios realizados a lo largo de más de 50 años, 13 países diferentes y los casos de más de 160.000 menores. Sin embargo, otros expertos critican la investigación sobre el castigo físico argumentando que no hay pruebas suficientes para sacar conclusiones sobre causas y efectos. Por eso, Gershoff y sus colegas contraatacan ahora con más datos.
La lista de efectos negativos que encuentran en los estudios impresiona. Al contrario de lo que busca el adulto que pega a un menor, el castigo incrementa las conductas no deseadas; aumenta el riesgo de que cometa agresiones cuando sea mayor, tanto con sus propios hijos como con su pareja, y genera más conductas delictivas y antisociales. En la literatura científica, también se relaciona con problemas de ansiedad y depresión, abuso de alcohol y drogas y problemas de salud mental en general.
“Esperamos que nuestro trabajo pueda ayudar a disipar los mitos y convenza a algunas personas de que la investigación que muestra que el castigo físico resulta dañino es consistente”, señala la psicóloga de la Universidad de Texas.
Su reto es hacer llegar los resultados de sus investigaciones a las familias. Una publicación de Unicef recogía en 2014 que el 80% de los niños del mundo de entre dos y 14 años ha recibido algún tipo de castigo físico.
España: prohibido, pero 'aceptado'
En el mapa de los castigos corporales a menores, España aparece entre los países que los han prohibido por completo —la mayoría pertenecen a Europa y a Sudamérica—, aunque la medida es muy reciente, de 2007.
Quizá por eso la idea aún no ha calado por completo. Más del 38% de los españoles ven aceptable en mayor o menor medida la violencia hacia los niños, según un estudio publicado este año por la revista 'Children and Youth Services Review'. En Noruega, esa cifra se queda en el 13%.
Más del 38% de los españoles ven aceptable en mayor o menor medida la violencia hacia los niños
Sagrario Segado Sánchez-Cabezudo, científica de la UNED y autora de este trabajo junto con otros colegas europeos, lamenta que “los españoles somos más permisivos, aún hay un gran porcentaje de la población que ve saludable un bofetón o un azote”. Aun así, considera que en los últimos 40 años se ha vivido “una revolución” que ha cambiado la mentalidad, cuya guinda fue la prohibición de hace 11 años.
Las leyes, por delante
“Las leyes son lo más importante, no solo porque limitan sino porque nos hacen preguntarnos el porqué de las cosas y así contribuyen a que las asimilemos. Ocurrió lo mismo con el tabaco”, comenta. No obstante, reconoce que culturalmente el cambio es más lento.

Por otra parte, reconoce que se vio sorprendida por un dato muy positivo del estudio: los investigadores pensaban que habría un sesgo hacia los niños inmigrantes, que los participantes rechazarían más los castigos corporales hacia la población infantil autóctona que hacia los extranjeros. Sin embargo, no fue así en ningún país. "Parece que el concepto de ser niño es un valor superior a la procedencia", afirma Sagrario Segado.
Por eso resulta aún más paradójica la naturalidad con que se acepta socialmente que se puede ejercer la violencia sobre los más vulnerables. “En el fondo, creo que se pega una bofetada simplemente porque, a diferencia de un adulto, sabes que el niño no te la va a devolver, pero es más un desahogo que una medida educativa”, apunta.
Alternativas disciplinarias
Su colega Gershoff hace la misma reflexión: "No creemos que sea aceptable golpear a los adultos, pero por alguna razón la mayoría de los adultos en todo el mundo piensan que está bien golpear a los humanos más pequeños y más vulnerables. Necesitamos ayudar a los padres a ver que los niños también son personas y que no deberían ser golpeados".
Muchos creen que el castigo físico les enseñó a distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, por lo que lo perpetúan con sus hijos
En su opinión, sería necesario educar a los padres en "alternativas disciplinarias", ya que "siguen aplicando la disciplina de la misma forma que la recibieron de sus progenitores, y así se transmite a través de las generaciones", reconoce. "Muchos creen que el castigo físico les enseñó a distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, por lo que lo perpetúan con sus hijos aunque esa idea no se corresponda con su propia experiencia individual", añade.
¿Somos todos bisexuales? La escala de Kinsey y otros test que revelan tu verdadera orientación sexual
DIEGO BERMEJO
¿Somos todos
bisexuales? INK DROPSHUTTERSTOCK
Partiendo de la premisa de que el reduccionismo rara vez ofrece respuestas precisas sobre asunto alguno, no es de extrañar que algunos investigadores, como el polémico biólogo estadounidense Alfred Kinsey (1894-1956), se plantaran en su momento para cuestionar primero y desmontar después algunas tesis que venían siendo defendidas temerariamente desde tiempo inmemoriales.
En el caso de Kinsey, su gran lucha tuvo como contrincantes a los defensores de las teorías monosexuales, quienes venían limitando la sexualidad humana al binomio homosexualidad / heterosexualidad. Al hacerlo, no sólo negaban la bisexualidad, sino también todo el espectro gradual existente entre estas dos orientaciones, un abanico que Kinsey acabaría plasmando en su famosa gráfica.
Tras más de 10 años estudiando la conducta sexual del ser humano durante los que pudo constatar la enorme diferencia entre las actitudes sexuales y las prácticas reales, el biólogo llegó a la conclusión de que existían, al menos, siete grados diferentes de comportamientos sexuales.
Más allá de dar visibilidad a la bisexualidad, limitarse a hablar de ella utilizando un trazo grueso y obviando su complejidad tampoco servía para explicar la realidad sexual que vive el hombre. Porque si algo parecía haber quedado confirmado tras examinar las experiencias de miles de sujetos de estudio es que la sexualidad es mucho más dinámica de lo que algunos de sus colegas habían contemplado hasta entonces.
Según Kinsey, la orientación sexual se podía dividir, cuando menos, en estos siete grados, que tenían en cuenta la vida carnal de cada sujeto, sus gustos, sus preferencias y sus actitudes ante el sexo:
- Exclusivamente heterosexual.
- Principalmente heterosexual, con contactos homosexuales esporádicos.
- Predominantemente heterosexual, aunque con contactos homosexuales más que esporádicos.
- Bisexual.
- Predominantemente homosexual, aunque con contactos heterosexuales más que esporádicos.
- Principalmente homosexual, con contactos esporádicos.
- Exclusivamente homosexual.
- Asexual o individuo que no presenta atracción sexual.
A tenor de las 17.000 entrevistas realizadas tanto por Kinsey como por sus tres colaboradores entre 1938 y 1956, se llegaba a una serie de conclusiones que ponían fin a muchos mitos y creencias vigentes sobre las conductas sexuales:
-El 11,6% de los varones blancos entre 20 y 35 años manifiestan un rango de 3 para este periodo de sus vidas.
-El 7% de las mujeres solteras entre 20 y 35 años y el 4% de las casadas entre 20 y 30 años daban un rango de 3 para este período de sus vidas. Del 2 al 6% de las mujeres entre 20 y 35 años se colocaban en un grado de 5. Del 1 al 3% de las solteras entre 20 y 35 tenían un rango de 6.
-El 60% de los hombres y el 33% de las mujeres participaron al menos en una práctica homosexual manifiesta hasta los 16 años de edad.
Test para medir tu verdadera orientación sexual
Más allá de la caducidad de unos porcentajes que ya alarmaron en su momento a la sociedad estadounidense y que, a buen seguro, no han dejado de aumentar desde el inicio de la revolución sexual, lo cierto es que la escala Kinsey sigue dando mucho que hablar. Su influencia ha sido tal que, a día de hoy, se tiene constancia de la existencia de más de 200 escalas elaboradas expresamente para calibrar, con la mayor precisión posible, la orientación sexual de cada individuo. Algunas de las más famosas, además de la de Kinsey, son la de Storm o la de Klein.
Pese a los muchos test que pululan por la red bajo el nombre de Kinsey scale test, lo cierto es que no existe ningún cuestionario oficial. Y es que, para la asignación de un grado u otro de la escala a sus sujetos de estudio, tanto el doctor como sus colaboradores tenían en cuenta únicamente el historial de cada individuo.
Uno de los más conocidos -y que además tiene una versión en español- es el que plantea uno de los seguidores de Kinsey, el Dr. Robert Epstein, que asegura que "la mayoría de las personas experimentan algún grado de atracción hacia personas del mismo sexo en algún momento. En una sociedad completamente libre de estigma de orientación sexual, la mayoría probablemente sería bisexual, como sugirió Freud hace un siglo".
Una controvertida tesis que el sociólogo e investigador de la Universidad de Cornel, Ritch Savin-Williams, se habría encargado de corroborar hace unos pocos meses. Tras analizar los niveles de excitación de un grupo de voluntarios sometidos a distintos estímulos, tanto homosexuales como heterosexuales, Savin-Williams llegaba a la conclusión de que "ninguna persona es 100% heterosexual ni homosexual".
"El sexo es igual que la comida". Consejos de los terapeutas para que todo funcione bien
Siete prestigiosos expertos en hábitos sexuales te dan las recetas para volver a recuperar el deseo y la conexión con tu media naranja
¿No quieres tú? ¿No quiere él? ¿O ninguno de los dos? (iStock).
E. Zamorano 08.06.2018 – 05:00 H
La terapeuta sexual Kimberly Resnick Anderson trabaja con parejas que han estado atrapadas en matrimonios sin sexo durante meses, años o incluso décadas. Aunque pensemos que el sexo no es tan importante, siempre es un gran medidor de los niveles de pasión y deseo que existen entre los miembros de una pareja. Si es tu caso, ¿qué puedes hacer? Lo mejor, obtener ayuda de un profesional.
'The Huffington Post' ha recopilado los consejos de varias terapeutas sexuales que te pueden servir para no dejar que tu relación se seque y muera por la inercia o la falta de sexo. "Una vez que una pareja deja de tener relaciones o lo que es más importante, deja de valorar el sexo como parte esencial, todo se convierte en una pendiente rápida y resbaladiza hacia el olvido y el fin", asegura Resnick Anderson, profesora asociada de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Ángeles.
Si eres consciente del descenso de la frecuencia con la que os acostáis pero crees que el otro no, es mentira
Abordar el tema con tu pareja puede tener un efecto negativo, ya que reconocer la existencia del problema, además de hacerlo patente, puede agrandarlo más. "Es muy útil contar con alguien que te guíe en delicadas discusiones y te dé estrategias concretas para volver a encarrilar tu vida sexual", afirma Vanessa Marein, creadora de un curso de orgasmos en línea para mujeres. "Una vez que has llegado a un lugar oscuro en tu relación, es difícil salir de eso por cuenta propia. Debes pedir ayuda".
Es una cosa de los dos
Aunque puedas llegar a pensar que solo se trata de una mera sensación tuya, no es cierto. "Si eres consciente del descenso de frecuencia con la que os acostáis pero crees que el otro no, es mentira", asegura la terapeuta Kimberly Resnick Anderson. "A pesar de que creas que estás sola en esto, es muy posible que tu pareja esté pasando un proceso paralelo".

Más difícil cuanto más tiempo pase
"Cuanto más tiempo pases sin sexo, más sentirás que no estás interesado en él. También funciona en el sentido contrario. El sexo es el mejor afrodisiaco. Mientras más sexo tengas, más sexo quieres". Estas son las conclusiones que saca Tammy Nelson, autora de 'Getting the Sex You Want'. "Tener relaciones puede poner en marcha tu motor de nuevo, permitiendo que tu cuerpo comience a producir más hormonas sexuales que puedan recordarte que te gusta el sexo, disfrutar haciendo el amor y querer hacerlo con más frecuencia".
Tener relaciones sexuales regularmente tiene muchos beneficios, tanto físicos como emocionales
Cuanto antes lo plantees, mejor
"Trabajo con parejas todos los días que tienen dudas sobre cómo sacar el tema a colación. Si lo mencionaron, generó conflictos, y finalmente dejaron de mencionarlo", comenta de nuevo Anderson. "Las parejas confabulan en silencio. Deciden que es más fácil no tener nada de sexo con tal de lidiar con los sentimientos heridos y discusiones impredecibles. Intervenir antes de que el problema cobre vida propia es la clave. Una forma de mencionarlo es decir que valoras tanto la salud sexual como el bienestar general. Recuerda ante todo que tener relaciones sexuales de forma regular posee muchos beneficios, tanto físicos como emocionales".
Fuera excusas
"Montamos excusas de todo tipo. Cuando experimentas un deseo bajo, tu excusa puede ser que no te sientes sexy, estás cansado o simplemente no estás de humor", afirma Shannon Chavez, psicóloga y terapeuta sexual. "Estas son la clase de excusas que te impiden experimentar. El deseo no comienza a un ritmo acelerado, sino que va de menos a más. El deseo es más receptivo que espontáneo. Da un pequeño paso hacia él todos los días. Establece un hábito diario dedicado solamente a satisfacer su impulso sexual".

Una noche romántica
"Una forma de volver a activar un matrimonio asexual es planear una cita erótica", asegura Tammy Nelson. "Quizás tengas miedo de que la noche no esté a la altura de tus expectativas. Está bien. De hecho, es posible que no desee volver a tener relaciones sexuales en absoluto", bromea. "La primera cita puede valer solamente con acostaros desnudos en la cama y tocaros. No tienes que hacerlo todo, solo conectar. Da el paso y disfruta del proceso".
Lo variado es la sal de la vida
"La mayoría de las parejas tienen dificultades para solo desear un tipo muy específico de sexo", valora Shannon Chavez. "El sexo es como la comida. Si tuviéramos que comer lo mismo todo el rato, empezaríamos a perder nuestra motivación y ansia por comer. Necesitamos crear una vida sexual variada para que el sexo sea emocionante y gratificante. Una de las principales razones por las que las parejas no hacen el amor es porque para ellos se ha vuelto rutinario, aburrido y predecible. Necesitamos emoción, diversión y misterio para activar nuestro deseo".

Chavez recomienda establecer "tres menús eróticos distintos" e ir alternando. "Hablar de sexo a menudo puede fomentar la conexión con tu pareja. Empezad despacio y sin agobios, al final de la semana compartid lo que más disfrutastéis de esa nueva aventura sexual rompedora".
El mindfulness
"Antes de hacerlo, tómate un momento para estar desnudos en la cama sin hacer nada. Presta atención a su estado físico y emocional, su respiración, los puntos de contacto entre su cuerpo y las sábanas. Todo eso es importante", asegura Stephen Snyder. "Ese estado en que prestaas plena atención a todo lo que hace es el que antecede al deseo sexual. Un poco de atención antes de tener relaciones puede conseguir que el sexo fluya y parezca más natural y menos estresante".
Sexo: la 'regla del sándwich' con la que obtendrás lo que buscas
Megan Luscombe explica lo que debes hacer para llegar al clímax con tu pareja. Si realmente quieres disfrutar debes seguir su consejo
¡Alegría! (iStock)
AutorA. López
Al tratar de preguntarle a tu pareja qué es lo que no le está satisfaciendo en la cama, hay una serie de cuestiones incómodas que a menudo surgen en el dormitorio. Desafortunadamente, no todos saben cómo plantear qué es lo que quieren, ni tampoco conocen la mejor manera de abordar sus dudas.
'The Daily Mail' se puso en contacto con Megan Luscombe, experta australiana en relaciones para saber cómo abordar este tipo de situaciones. ¿Su principal consejo? Hablar y usar la 'regla del sándwich' para obtener los resultados que quieres.

Las técnicas clave para que tus relaciones sexuales sean increíbles
Adrián López
Sincérate
"Diles cómo, qué y dónde lo quieres. Las mujeres deben dejar de esconderse detrás del diálogo, 'saber lo que les gusta y liderar una comunicación honesta ", explica Megan. "Si quieres tener buen sexo, debes trabajar en él. Si deseas que tu pareja te haga llegar al orgasmo, debes mostrarle cómo", añade.
Cuando se trata de preguntarle ciertas cosas a tu pareja, hay un lenguaje que debes usar: deja los comentarios mezquinos o inútiles
Por supuesto, una cosa es la teoría y otra la práctica, pero no todos saben cómo expresar sus deseos. La experta recomienda que comiences tus proposiciones con cosas como: "Me encanta cuando me haces esto" o "Adoro tener sexo contigo, pero realmente me encantaría que lo hicieras de tal forma...". Si buscas algo diferente en el dormitorio, ella explica que la única forma de lograrlo es siendo franco y honesto con tu pareja.
"El sexo no da miedo, no debemos sentir vergüenza de expresarnos. A veces tenemos demasiado miedo de decir lo que queremos hacer. Fuera complejos, todo es mucho más fácil y placentero cuando la otra persona sabe cómo complacerte", comenta.
"Habla con tu pareja, ellos apreciarán tu sinceridad. Después de todo, quieren que disfrutes y tengas el mejor sexo con ellos. Solo con ellos. Entonces menciona qué deseas cambiar para ver qué más te hace sentir bien. Si intentas expresarle que lo que practica no le está funcionando, debes decírselo sin pudor". añade.
Cosa de dos
"Por ejemplo, di: 'Me encanta cuando me abrazas porque me hace feliz que quieras complacerme, pero me encantaría que te centraras más en..., 'de esta forma puedes llegar al clímax y disfrutarlo aún más. Obviamente no queremos herir los sentimientos de nuestra pareja, pero tampoco debemos seguir teniendo relaciones sexuales negativas o juegos preliminares que no nos gustan. Decirle al otro la verdad es importante, pero el tacto también", explica la experta.
Las mujeres deben dejar de esconderse detrás de la excusa 'tienen que saber lo que me gusta'
Luscombe asegura que la manera más fácil de obtener lo que quieres en el dormitorio es simplemente pedirlo. Para disfrutar al máximo debes empezar una conversación y ser honesto y sincero. Una vez que eliminas el miedo, ya estarás listo. Si quieres preguntarle lo que quiere, tienes que hablar sobre sexo. Es simple: '¿Qué es lo que realmente te gusta? Me encantaría saberlo para conseguir que disfrutes al máximo'.
Cuando se trata de preguntarle ciertas cosas a tu pareja, hay un lenguaje que debes usar: 'Esto lo practicas mal, odio cuando haces este tipo de comentarios o no tienes idea de lo que estás haciendo' , definitivamente deben desaparecer de tu vocabulario. Cuando se trata de relaciones sexuales, necesitamos palabras positivas. Mi regla empírica es que si no deseas que alguien te haga un determinado comentario, probablemente sea mejor que tú no lo hagas tampoco. No debes decir nada que sea degradante e innecesariamente mezquino o inútil", concluye.
Cómo afrontar las peleas cotidianas
El conflicto es universal y cotidiano. Una experiencia con la que convivimos a diario. Pueden ser disputas con una causa real donde los unos y los otros encuentran razones de peso para pelearse. Otros rifirrafes son imaginarios, nutridos de malentendidos, interpretaciones y de "donde dije digo, digo Diego". Los hay inventados, conflictos mentirosos que quieren obtener algo a cambio. Y están las peleas de los niños que sólo ellos entienden, como dos enanos que llegaron a las manos cuando uno «insultó» al otro al grito de "eres un tomate, tomate y tomate". ¡Un inexplicable agravio vegetariano!
Relaciones y conflictos son las dos caras de la misma moneda. Cuando las personas funcionamos al unísono somos capaces de alcanzar cualquier meta. Pero un día surge el elemento común de toda disputa: las diferencias. Las semillas de los conflictos interpersonales. La división se produce por tener personalidades diferentes, divergencias en intereses, disparidad de opiniones, ideas contrapuestas sobre cómo hacer las cosas o diferentes criterios al tomar decisiones. Conflictuar es una forma de expresar la propia identidad.
Los grandes conflictos detonan por las creencias y valores, donde la diversidad se convierte en amenaza al grupo. Son los conflictos intergrupales, donde cada uno se retroalimenta con sus prejuicios para situarse contra el otro. Otros surgen por la frustración cuando las circunstancias no son propicias. Son conflictos ambientales, cuando la realidad no permite alcanzar nuestros sueños. Muchas veces la contienda es contra uno mismo. Luchas internas que manifiestan la propia necesidad de cambio. Son conflictos intrapersonales con deseos contrapuestos que buscan modificar una situación existente que ya no convence. Pero no crea que la ausencia de conflictos debe considerarse un síntoma de salud relacional. Muchos permanecen latentes y, cuando llega el momento preciso, se hacen patentes.
RESPONDES O REACCIONAS
El psicólogo Albert Bandura evidencia que el estilo de afrontar los conflictos tiene que ver con los procesos de aprendizaje, a través de la imitación y la identificación. En un experimento observaron que los niños que vieron una película en la que había adultos comportándose agresivamente, posteriormente experimentaban reacciones agresivas parecidas, mientras que los que no habían sido expuestos no las presentaban. Existen cinco estilos de enfrentar el conflicto:
1. Estilo evitativo. "No me pasa nada" o "no me importa" están en su catálogo de frases preferidas, después se encierran en su hermetismo pero no aprenden a resolver problemas. Psicosolución: si se encuentra ante una persona así, aprenda a manejar los silencios y no hablar por ella. Utilice la técnica del diálogo en cremallera:comenzar una frase y dejar que el otro la concluya «esta mañana has estado en...(silencio)».
2. Estilo competitivo. "Y yo más" es su actitud ante cualquier desavenencia y, a partir de ese momento, su energía se dirige a imponer su criterio porque «sus conocimientos son siempre mayores que los suyos". Psicosolución: pospón la solución del conflicto y recoge más información o busca la de un experto. No intentes quitarle la razón, pero sí defiende la tuya.
3. Estilo hostil. "Yo tengo razón, cambia tú" es su mensaje. Desean ganar, pero, sobre todo, necesitan saber que usted pierde, por lo que es imposible cualquier diálogo. Psicosolución: pide que transforme las acusaciones en peticiones, es mejor "quiero que laves los platos» a «no haces nada en la casa".
4. Estilo sumiso. "Lo que tú quieras" es su frase. Su manera de afrontar un conflicto es asumir la posición del otro porque no quiere tener que elegir entre dos opciones. Psicosolución: intenta que sea él quien ofrezca primero su opinión, así no podrá asumir la tuya y valora sus aportaciones.
5. Estilo cooperativo. "Juntos podemos" es el mensaje de las personas que buscan soluciones compartidas. Afrontan los conflictos a través del diálogo. Su visión es la de «gano más, si todos ganamos». Psicosolución: si deseas desarrollar un estilo cooperativo necesitas desarrollar la inteligencia social, que favorece las relaciones positivas: 1. manejar los propios sentimientos; 2. desarrollar la escucha activa; 3. empatizar; 4. aceptar al otro sin juzgar y 5. admitir que está equivocado.
Freud sostenía que los únicos métodos eficaces para combatir la guerra son reforzar los vínculos emocionales, mediante el amor hacia los demás y la identificación a través de compartir intereses. Hoy sabemos que las emociones positivas ayudan a resolver conflictos porque miran al futuro y buscan soluciones. Las diferencias enriquecen. Y tú qué prefieres, ¿tener razón o ser feliz?
Isabel Serrano-Rosa es psicóloga de EnPositivoSí.
¿Por qué somos infieles?

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Deslealtad es quizá la primera palabra que nos viene a la mente cuando hablamos de infidelidad porque, seamos sinceros, a nadie le gusta que le engañen. Menos aún si eres la última persona en enterarte.
Y precisamente para que no te enteres, se planean coartadas, no especialmente ingeniosas. La frase favorita entre los hombres parece ser "tengo que trabajar tarde", utilizada en un 23% de los casos de infidelidad. Y, entre las mujeres, las amigas son la clave pues parece que el 21% de las mujeres que se encuentran con su amante utilizan típica frase "saldré con mis amigas", según una encuesta de Ashley Madison, conocida red social de contactos, dirigida principalmente a personas que ya tienen una relación. Pero quizá a muchos no les sirvieron cuando se jaqueó esta empresa y salieron a la luz numerosos nombres de conocidos infieles. Sin duda, las cosas se ponen más difíciles para los que gustan de amantes en la era tecnológica.
Aún así, el 81% de los hombres y el 53% de las mujeres, afirman haber sido infieles, según la encuesta realizada por la empresa de colonias con feromonas Phiero ( link a http://phiero.com/es/encuesta-phiero# ) Esto teniendo en cuenta que los españoles no somos los más infieles pues ocupamos el octavo puesto en cuanto a infidelidad mundial, según The Richest ( link a https://www.therichest.com/rich-list/most-shocking/the-worlds-10-most-adulterous-nationalities/?view=all ) , que cruzó datos entre encuestas realizadas por Durex (www.durex.es) y páginas de citas, como la anteriormente citada.
Los tailandeses encabezan el ránking de infidelidad mundial al ser lo que, en mayor medida, admiten haber mantenido relaciones fuera de la pareja, un 56% de los encuestados. Y aún siendo los octavos, el 39% de los adultos de nacionalidad española reconocen haber sido infieles. ¿Seremos sinceros?
¿Qué nos empuja?
Es habitual que pensemos que la infidelidad responde a un acto egoísta, una pasión incontrolada, una venganza o que existe maldad bajo ese comportamiento, pero no suele ser así. La frustración, la necesidad de sentirse amado o amada, la búsqueda de afectos o simplemente el desamor, pueden estar también debajo de esta situación.
Cada pareja es un mundo y que alguien decida mantener una relación fuera de la pareja es, generalmente, multicausal, muy difícil de determinar e injusto poner a todas las personas e historias la misma etiqueta.
Comentar que la fidelidad es una construcción cultural, aunque haya muchas personas que son fieles y les sale naturalmente, quizá sea poco aceptado por la sociedad. Sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de nosotros es muy probable que hayamos sufrido alguna, aunque no lo sepamos. Lo cierto es que la infidelidad suele doler o picar, cuando se conoce, ya sea carnal o emocional.
Muchas coinciden en que a la hora de perdonar la infidelidad, resulta mucho más sencillo hacerlo con una carnal y puntual, que conseguirlo cuando de algo continuado con componente afectivo y emocional se trata, lógicamente. Aunque cada persona ha de determinar qué desea, y a quién, para poder tomar la decisión que más conviene a ambas partes de la pareja.
La falta de comunicación en la pareja, de autoestima y de cuidado de la relación son factores protectores de la fidelidad, pero no son infalibles. Existen personalidades con mayor o menor tendencia a la búsqueda de sensaciones o a necesitar emociones nuevas que mueren con la rutina, o incluso podrían ser la infidelidad un síntoma del estrés e incluso realizarse de manera compulsiva, en algún caso.
También se puede pensar que la infidelidad está en nuestros genes o la culpable es la testosterona pero, sintiéndolo mucho por aquellas personas que lo utilicen en su defensa, no solo no está demostrado científicamente sino que, de ser así, en ningún caso sería determinista para elegir hacerlo.
Existen también otras teorías que podrían alejarnos de responsabilizarnos de lo ocurrido, como el estudio de Ashley Madison, ( https://www.ashleymadison.com/ ) que reveló que los más propenso a la infidelidad eran los que tenían un hermano y el 43% de los encuestados los dijeron ser el hermano mayor. Por otro lado, el hermano mediano, y no el pequeño, con un 32%, sería el más fiel. No deja de ser más que un dato curioso, no sospeche de su pareja porque esté dentro de alguno de estos porcentajes, por favor.
Cuando somos tres
O cuatro, porque quizá la infidelidad aparezca por ambas partes, ¿verdad? Tendemos a pensar que cuando entra un o una tercera persona en juego, lo vamos a notar enseguida. Va a pasar de nosotros la pareja, dedicará su tiempo a otra u otro, la relación se verá afectada en negativo y la cosa acabará mal, muy mal.
Pero, cuando hay una infidelidad, quizá ni lo notemos. Puede que la pareja se ausente más, o no. En ocasiones, puede notarse incluso a la pareja ' infiel' mucho más alegre y relajada, se discute menos y puede que exista un mejor trato incluso se pueda activar la llama dentro de la pareja.
La infidelidad no determina fracaso en la pareja, aunque tampoco tiene por qué ser la tabla de salvación de la misma.
En cualquier caso, la terapia de pareja funciona muy bien para resolver estas situaciones que suelen resultar tan desagradables y nos impiden ver con claridad, por el alto nivel emocional que conlleva, qué deseamos hacer al respecto.
Alternativas a la infidelidad
En ocasiones sentimos que debemos hacer algo determinado, perdonar o romper. Sin embargo, existen otras opciones, aunque no nos resulten tan convencionales, que hoy en día se barajan a la hora de enfrentarse a este dilema.
El tercero desconocido. Cuando no conocemos que se está produciendo una infidelidad poco podemos hacer al respecto. Si nos seguimos sintiendo a gusto en la relación sería la clave para no tener que mover nada. Si, por el contrario, la relación se nota afectada o existe malestar, quizá sea el momento de hablar y ver qué ocurre. Puede que se descubra un infidelidad o incluso que, al saber que nos sentimos mal en la relación, la persona infiel decida apostar por la pareja. Nunca se sabe pero la buena comunicación siempre es una buena aliada.
El tercero consentido. Quizá ya sepa que le están siendo infiel y aun así decida continuar con su pareja. Bien porque no le importa o porque se encuentra incluso mejor así. En ocasiones se consiente porque nos han educado a 'aguantar' con lo que nos echen en el matrimonio. Si es así, ya no sería consentido, sino sufrido. Quizá sería un buen momento para despertar sus verdaderos deseo trabajar su autoestima y decir, ¡basta ya! Pero si el consentimiento es real, existe un buen trato y lo decide libremente, nadie debería criticar su elección.
El tercero consensuado. Esta sería otra opción que cada vez se plantea más. Difícil quizá de entender o aceptar dentro de nuestro marco socio cultural. Consistiría en negociar qué está permitido o no dentro de la relación de pareja. Sería lo que conocemos como negociar una 'pareja abierta'. De esta manera, ya no existiría infidelidad ni deslealtad si se cumplen las normas que cada pareja ha creado de manera conjunta. Si una de las partes lo propone y la otra lo acata ya no sería consentido, por supuesto, por lo que llegar a un consenso real sería fundamental.
El tercero compartido. Y, ¿por qué no? Quizá se desee introducir a un tercero compartido por ambas partes de la pareja. Puede ocurrir que, al igual que hay parejas que negocian poder tener relaciones sexuales fuera de su relación pero no quieren saber de ellas ni les cuenten detalles, otras deciden que estas siempre sean en compañía de la propia pareja, de esta manera ambos disfrutan de ese escarceo leal y, además, la imaginación no vuela pensando, ¿qué habrá hecho con el otro?, ¿le gustará más la otra que yo? Igualmente ha de llegarse a un acuerdo y pautar las normas y límites.
Sea infidelidad o pacto, tienes derecho a decidir qué aceptas o no en tu vida y relación de pareja. Ni las modas ni tu entorno podrás decidir por ti, solo tú puedes conocer qué es lo que más te conviene hacer ante una infidelidad.
"Todas mis parejas me decepcionan, son unos hipócritas. ¿Voy a acabar sola?"
Para saber si las personas con las que tenemos una relación son las adecuadas, debemos aprender a hacerles las preguntas idóneas y recordar que todos fingimos en ocasiones
Foto: iStock.
AutorLuis Muiño
"Hola, buenas tardes. Soy una mujer de 45 años que después de numerosas decepciones se encuentra en un momento de cierto aislamiento. La razón de mis decepciones siempre es la misma. Para mí hay una serie de valores ideológicos muy importantes. Por ejemplo, creo en la igualdad en la pareja, en los derechos de los animales y en la no violencia. Establezco mis relaciones de amistad y amorosas basándome en ese criterio. No podría tener una relación profunda de ningún tipo con personas que no crean en lo mismo que yo. Pero siempre acaban decepcionándome. Acabo viendo en mis parejas y en mis amigos muchas actitudes que traicionan esos principios. Y últimamente me está pasando en el mundo laboral, con personas con las que yo colaboraba creyendo que teníamos un proyecto ético en común. Pero soy incapaz de resignarme a tragar con personas hipócritas. ¿Eso significa que voy a acabar más sola aún?".
Hola. Creo que tu email refleja un fenómeno muy habitual en el mundo moderno: la decepción de expectativas éticas que puede llevar al aislamiento social. De hecho, he respondido otras cartas en las que este problema estaba latente. Voy a contarte cómo ven este tema algunos psicólogos. Espero que alguno te pueda ayudar en este momento de crisis.
Podemos fingir un total acuerdo ideológico con tal de ligar con alguien y eso nos convierte puntualmente en hipócritas
Muchos estudios coinciden en reconocer la ubicuidad de la incongruencia ideológica. El fenómeno es tan cotidiano que en su último libro ('Why Everyone (Else) Is a Hypocrite: Evolution and the Modular Mind') el psicólogo evolutivo Robert Kurzban afirma que la hipocresía es el estado natural de la mente humana. Su teoría es que nuestra mente se compone de unidades especializadas que tienen, cada una, un sentido adaptativo. Estos módulos tienen objetivos distintos. Por ejemplo: hay una parte de nuestra psique dedicada a nuestras opiniones ideológicas y otra focalizada en seducir a las personas que nos gustan. Durante la mayoría de nuestra vida, esos procesos funcionan en paralelo y cada uno actúa con coherencia. Pero cuando los objetivos de dos áreas chocan, atendemos a la que más nos importa en esos momentos. Siguiendo con el ejemplo, podemos fingir un total acuerdo ideológico con tal de ligar con alguien y eso nos convierte puntualmente en hipócritas. El problema con esos actos fariseos, según Kurzban, es que acaban socavando nuestro sentido del yo. Por eso estamos mentalmente preparados para no detectar nuestra incoherencia. Nuestro cerebro recuerda las ocasiones en que nuestros objetivos no se entrecruzaban y hemos sido coherentes y olvida nuestras contradicciones cuando había que elegir optimizar una u otra finalidad.
Preguntar por lo concreto
El punto de vista de autores como Kurzban te llevaría a aceptar la impureza ideológica. Como decía Nietzsche: "No existe nada más hipócrita que la eliminación de la hipocresía". Si te abres a la idea de que la coherencia es cuestión de grados, abandonarás también el fatalismo al que te han llevado las continuas decepciones. Descubrirás que no existe, tampoco, la hipocresía absoluta: todos somos coherentes ideológicamente con ciertos valores morales. No tendrás que resignarte a la soledad si afinas tu "casting emocional" y aprendes a detectar compromisos éticos suficientes para establecer relaciones.
Para eso tienes que aprender a preguntar. Las investigaciones te aportan un dato: no plantees cuestiones generales que se puedan responder con palabras imprecisas. Que alguien te diga que es feminista, animalista o pacifista no te ayuda a prever su conducta futura. Martin Fishbein e Icek Ajzen, profesores de la Universidad de Massachusetts, idearon muchos experimentos que mostraban esta intrascendencia de las ideas abstractas. Su conclusión: cuando buscamos actitudes coherentes, no debemos preguntar a los demás por opiniones generales, sino por situaciones concretas. Las actitudes abstractas no significan nada porque, como reza el viejo adagio popular, "es más fácil amar a la humanidad que al vecino". Llevándolo a tu caso: es inútil que le preguntes a alguien si cree en la igualdad entre hombre y mujer porque te dará la respuesta políticamente correcta. Para saber su verdadera opinión, tienes que plantearle qué haría (o, mejor: qué hizo) en situaciones concretas en que se ponía en juego esta idea.
Creemos en la complicidad en los primeros contactos y nos olvidamos de que la química ideológica responde a la química hormonal
Ahí te darías cuenta de que la gran trampa mental que permite la incoherencia son las excepciones. Stephen Kraus, profesor de la Universidad de Florida, es uno de los psicólogos que estudian con más lucidez cómo determinadas personas pueden ir en contra de sus valores morales. Según este autor, para nuestro cerebro es muy fácil excusarnos convenciéndonos de que en determinados actos concretos, nuestras actitudes "no cuentan". Esa es una de las razones por las que solo los demás nos parecen hipócritas: nosotros creemos que determinados actos suyos contradicen su escala de valores, pero ellos piensan que no. Y nosotros hacemos lo mismo con nuestras conductas. En ese caso concreto nos decimos: "Actuar así no va en contra de mis principios".
Si lees en profundidad a estos autores, entenderás mejor cómo correr ese tupido velo que hace que los que te rodean se crean coherentes. Eso te llevaría a otra estrategia que ya planteé en otro artículo de este Consultorio: no ser ni confiada ni desconfiada. Se trata de dejar el juicio en suspenso el mayor tiempo posible e ir viendo acontecimientos. Tendemos a creer mucho en la complicidad que a veces se produce en los primeros contactos. Y nos olvidamos de que, como recuerdan autores como Helen Fisher, la sensación de química ideológica responde más a la química hormonal que a verdaderos acuerdos. Jean Paul Sartre afirmaba que "dos personas nunca están de acuerdo: si parece que lo están, ha sido por un malentendido". Y ese tipo de falso consenso es habitual en los primeros momentos de las relaciones.
Normativos y humanistas
Por lo que cuentas en tu email, para liberarte de esa tendencia a confiar inmediatamente en la coherencia de los demás, quizás tengas que luchar contra tu propia personalidad. El psicólogo Silvan Tomkins divide a los seres humanos en "normativos" y "humanistas". Los primeros tienden a pensar que los demás son peligrosos y están en continua alerta ante el lado oscuro del ser humano. En el otro extremo están los humanistas, personas empáticas que piensan que los seres humanos son habitualmente honestos en sus palabras. Tomkins encuentra en sus investigaciones que adoptamos una u otra estrategia de forma estable. Aunque intentemos justificar nuestra actitud como producto de la experiencia vital, en realidad varía poco con las circunstancias. Todos conocemos a individuos que no se fían nunca de nadie y que cuando ven actos claramente altruistas tienden a pensar: "Algo espera ganar". En el otro extremo, vemos a personas que siguen confiando en los demás, aunque sean decepcionados una y otra vez.
Tú pareces ser de estas últimas. Echar un vistazo a estos científicos te puede ayudar a reinventarte y utilizar a partir de ahora una estrategia más prudente. Como decía el poeta Wallace Stevens, "la confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas las preguntas". Aceptar esa incertidumbre y la necesidad de una continua revisión de tus relaciones en función de los actos ajenos concretos es el gran reto que te plantean estos autores.
El mindfulness en la educación de los niños
Eline Snel Terapeuta y profesora de mindfulness
Eline Snel
En la era de la constante distracción y el estrés, el mindfulness ofrece prácticas basadas en la respiración y relajación para niños, educadores y padres con un objetivo: recuperar su capacidad de atención plena. La terapeuta y escritora holandesa Eline Snel es la referencia europea del mindfulness aplicado a la educación. De entre sus libros, destaca el bestseller publicado en veintisiete países, “Tranquilos y atentos como una rana”. En este manual, desarrolla su método, “La atención funciona”, un trabajo basado en el Mindfulness Based Stress Reduction (MBSR) del Dr Jon Kabatt-Zinn en el MIT (Massachusetts Institute of Technology). El método de Snel, conocido como “el método de la rana” por sus explicaciones sobre la atención y respiración tomando ejemplos de este anfibio, se aplica en escuelas de primaria y secundaria de países como Francia, Alemania, Singapur y también España. En su país, el Ministerio de Educación de Holanda ha decidido ofrecer esta formación también a todos los maestros que lo deseen. Sostiene Snel que aunque el mindfulness "no es una varita mágica“, introducirlo en las escuelas es beneficioso para niños y también para los profesores, una de las profesiones más exigentes del mundo, explica.
Creando Oportunidades
Transcripción

El mindfulness enseña a los niños a relajarse, pensar y dejar de actuar impulsivamente antes de afrontar situaciones difíciles
Eline Snel
Eline Snel. Y quizás, lo último que me gustaría decirle a cualquiera que trabaja en una escuela o a los padres que están en casa, es que no tiene por qué costar mucho tiempo conseguir ser conscientes: cuando subes unas escaleras, estás subiendo unas escaleras; si tienes a tu hijo en brazos, no prestes atención a otra cosa. Se trata de hacer una cosa cada vez y disfrutar de la vida porque hay muchas cosas de las que disfrutar, aunque también ocurren cosas que no son buenas, la vida es un conjunto de ambas. Bien, muchas gracias.
¿Es bueno hacer los deberes con los niños?
Silvia Álava
Especialista en Psicología Educativa y Psicología Clínica y de la Salud, Silvia Álava es autora de libros como "Queremos que crezcan felices", "Cuentos para comer sin cuentos" y "La psicología que nos ayuda a vivir”, donde proporciona recursos y pautas que aplica en su experiencia clínica como terapeuta especializada en psicología infantil. Firme defensora de la autonomía de los niños, Silvia Álava reclama el derecho al error en el aprendizaje y la superación de miedos y desafíos. Entre otros temas, explica por qué los padres deberían limitar su participación en los deberes de los niños, cómo afrontar la ansiedad ante un examen o evitar la sobreprotección. Además, proporciona claves para que los niños desarrollen relaciones basadas en la confianza y la igualdad, así como el rechazo a conductas machistas.
Transcripción
Chus Plaza. Ya. En el caso de mi hija la mayor, por ejemplo, sus amigas son las de toda la vida del cole, o sea, desde chiquititas a la misma clase, ha habido incorporaciones nuevas pero bueno. Mi preocupación este año, por ejemplo, es que la de doce años, dentro de que está en el mismo colegio, le han cambiado de clase, con lo cual, dentro de que mantiene a sus amigas de siempre, de los tres añitos, claro, su grupo se está ampliando de otra manera. A mí eso, como madre, me preocupa. O sea, me preocupa el que no tenga afianzado un grupo de amigos a estas edades.
Fernando Palma. Claro.
Silvia Álava. Yo creo que aquí, al final, tenemos que pensar que en el término medio está la virtud. Es verdad que a los niños hay que dejarles mucha autonomía, hay que dejarles que cada vez sean más autónomos, que sean ellos capaces de resolver solos los conflictos del día a día, que sean, también, un poco capaces de gestionar las cosas, de me llevo yo solo la mochila al colegio, soy yo el que organiza las cosas que tengo que hacer, los deberes y demás. Pero la clave fundamental va a estar en acompañar. Es decir, durante las primeras etapas no es que yo te esté controlando y estoy arriba, ¿no? Como ese padre helicóptero que tú decías, que sabemos que la sobreprotección es uno de los mayores errores que se cometen hoy en día en educación, sino que yo estoy a tu lado acompañándote, acompañándote y viendo que está saliendo todo bien. Igual que cuando empezaron a montar en bicicleta tú no les dejaste solos con la bici: “Hala, a ver qué pasa”.

Fernando Plaza. Muchas gracias. Hasta la próxima.
Microinfidelidad, el tipo de infidelidad que probablemente cometas sin saberlo
DIEGO BERMEJO

Sí, la foto de marras ha adquirido sentido. ANTONIO GUILLEMSHUTTERSTOCK
Todos somos infieles, lo hemos sido o lo seremos. Como mínimo, microinfieles. Así, al menos, lo intuye la psicóloga australiana Melanie Schilling, estudiosa de la infidelidad y acuñadora de un término que promete convertirse en la comidilla de unas cuentas sobremesas durante los próximos meses.
Para entenderlo bien, lo mejor es empezar por el principio. Según la Real Academia Española, la infidelidad es la "falta de fidelidad". Es decir, la ausencia de "lealtad u observancia de la fe que alguien debe a otra persona". Una definición que, como le sucede a muchas otras, aun precisa, deja lugar a la interpretación. De ahí los no pocos malentendidos surgidos en torno a esta cuestión.
Y es que resulta casi imposible encontrar unanimidad a la hora de determinar qué es y qué no es una infidelidad ya que, en función de la época en la que preguntemos, el territorio en el que lo hagamos o cuál sea el contexto sociocultural de los encuestados la respuesta variará ostensiblemente. Por ejemplo: ¿Se es infiel si se le da un pico a un amigo? ¿Y cuando se tontea? ¿Y cuando la infidelidad se concreta únicamente en la imaginación? En función de a quién preguntemos, encontraremos respuestas muy distintas y argumentos para todos los gustos.
Para más inri, por si esta ausencia de consenso no complicase suficientemente el asunto, parece que los avances tecnológicos, lejos de ayudar a la hora de acotar lo que se puede llegar a considerar o no como infidelidad, han complicado aún más la cosa. Así lo sostiene la especialista. De hecho, lo que la oceánica ha podido comprobar de primera mano en sus estudios sobre la incidencia de Internet en las deslealtades de pareja es que las nuevas herramientas de comunicación han provocado un aumento exponencial en el número de lo que esta califica como "traiciones sutiles". Con ellas, parece, empieza todo.
Actos "involuntarios"
Según Schilling "la microinfidelidad es una serie de pequeñas acciones que indican que una persona está emocional o físicamente enfocada en alguien fuera de su relación". Actos a menudo "involuntarios" y en los que podríamos estar cayendo "cuando conectamos secretamente con alguien en las redes sociales, cuando compartimos bromas privadas con otro sujeto, cuando minimizamos la seriedad de la relación en la que nos encontramos o cuando guardamos el número de esa tercera persona en el teléfono con un nombre en clave".
Aun más esclarecedora resulta la explicación que ofrece su colega, el psicólogo Douglas Weiss, quien para diferenciar la infidelidad de la microinfidelidad recurre a un ejemplo de lo más clarificador: "La microinfidelidad es la cerveza y la infidelidad emocional es el whiskey. La microinfidelidad es el comienzo, cuando dos personas se involucran y ven si la otra está interesada. Luego, si lo están, los dos continúan a la siguiente etapa que es la infidelidad emocional. En esta etapa comparten sueños, intereses y/o frustraciones. Si todo sale bien, se abre un camino para infidelidad sexual".
Así pues, y aunque no siempre sea así, parece que la microinfidelidad es el camino más corto para acabar siendo infiel.
Cómo detectar una microinfidelidad
Dado que en muchos casos no se es consciente de que se está cometiendo una microinfidelidad, para salir de dudas y averiguar si estamos siendo microinfieles o si lo está siendo nuestra pareja no está de más repasar mentalmente alguna de las actitudes que deberían ponernos en alerta:
- Interactuar constantemente con una persona con la que no se mantiene una relación de amistad formal y por la que se siente algún tipo de atracción.
- No mencionar a la pareja en las distintas conversaciones que mantenemos con esa persona o no dejar claro que se está en una relación seria.
- Realizar comentarios despectivos hacia la pareja en nuestras charlas con esa tercera persona.
- Mantener conversaciones subidas de tono o compartir material en ese mismo tono con otras personas.
La clave, pues, está en qué se cuenta y qué se esconde.
LLueven críticas
Pese a que cada vez son más las publicaciones que tratan de ahondar en las diferencias entre las "macro" y las "micro" infidelidades, lo cierto es que no son pocos los que consideran que algunos de los argumentos aportados por Melanie Schilling son cuestionables o matizables.
Por un lado, llueven críticas de parte de todos los que consideran que, por mucho "micro" que le agreguemos al término, no se evita que se trate de una evidente deslealtad que lo que viene a revelar es que existe una falta de confianza manifiesta en la pareja.
Por otro, también los hay que niegan la mayor y consideran que resulta imposible hablar a la ligera y en genérico de nada que tenga que ver con la infidelidad, ya que lo único que convierte cualquier acción susceptible de ser considerada como tal en infidelidad es el "contrato" que cada pareja acuerda libremente.
Si en algo parecen coincidir unos y otros es en que, una vez se produce una "conexión emocional" con otra persona fuera de la pareja, la cosa tiene poco arreglo. Aun así, insisten los liberales, todo depende de lo que la propia pareja acuerde.
El quid de la cuestión parece estar, así, en si se esconden o no esas actitudes que puedan dar lugar a duda. Cuando esto sucede, el matiz nominativo quizás sea ya lo que menos importe.
El ‘síndrome del emperador’, cuando tu hijo es un tirano

Dedicar poco tiempo a su atención y conceder caprichos son el abono para que un niño manifieste el llamado “síndrome del emperador”
EL NÚMERO DE CASOS no deja de aumentar. Cada vez a edades más tempranas: se llama “síndrome del emperador”, y define a los niños y adolescentes que abusan de sus padres sin la menor conciencia. La madre suele ser la primera y principal víctima del pequeño tirano, que luego extenderá el maltrato a otros miembros de la familia, a no ser que se ponga remedio, según explica el psicólogo José Antonio Ramadán. Muy sonada fue la sentencia que dictó el año pasado el Juzgado de lo Penal número 2 de A Coruña que absolvía a una madre acusada por su propio hijo de 11 años de maltrato por un bofetón. Pero ¿cuáles son las causas de este mal que convierte la vida familiar en un infierno?
Según los expertos, hay diferentes factores que pueden coronar a un emperador en casa:
Poca dedicación de los padres. El problema tiene su origen muchas veces en unos progenitores ausentes que, para paliar su sentimiento de culpabilidad por el tiempo que no pasan con el niño, le conceden todos los caprichos. Con ello transmiten al pequeño el mensaje de que, pese a su soledad afectiva, es el centro del universo y los adultos están allí para satisfacer todas sus exigencias.
Muchas veces los padres claudican por miedo a que la bronca con sus hijos se les vaya de las manos. La solución pasa por fijar unos límites
Falta de límites. Derivado muy a menudo de la primera causa, si los padres no dedican suficiente tiempo a la crianza delegando en terceras personas, tampoco tendrán tiempo para educar a su hijo en normas de conducta, con lo cual el rey de la casa sentirá que tiene total impunidad. El psicólogo Javier Urra asegura que ningún niño nace siendo un tirano, sino que hay progenitores que no actúan como adultos educadores, ya que “hacen todo tipo de concesiones para no tener problemas y al final lo que generan es un problema”. El juez de menores Emilio Calatayud, muy conocido por sus aleccionadoras sentencias a jóvenes conflictivos, resumía así esta complicada situación en una entrevista publicada en EL PAÍS en 2006: “Les hemos dado muchos derechos, pero no les hemos trasladado deberes. Hemos perdido el principio de autoridad. ¡Hemos querido ser amigos de nuestros hijos!”.
Ser hijo único. No tener hermanos no lleva necesariamente a convertirse en un minidictador si los padres son conscientes de su función educativa, pero puede contribuir a que el niño se sienta un monarca solitario. Es muy interesante analizar los efectos que la política china de un solo hijo ha tenido en la psicología de toda una generación. En un artículo para el rotativo británico The Independent, el periodista Steve Connor hablaba de un “ejército chino de pequeños emperadores”, fruto de la sobreprotección del único retoño por parte de padres y abuelos, que quieren darle los lujos y privilegios que a ellos les negaron. Esto, sumado al incremento de la renta per capita de las familias, ha multiplicado los “pequeños tiranos” hasta límites insospechados. Connor afirma que los niños chinos actuales son “menos altruistas y confiados, más tímidos, menos competitivos, más pesimistas y menos considerados con los demás”.

Excepto en los trastornos psiquiátricos, el síndrome del emperador es producto de una disfunción educativa que puede corregirse. El psicólogo Vicente Garrido, autor de Los hijos tiranos, (editorial Ariel), propone tres puntos de actuación:
Fomentar el desarrollo de la inteligencia emocional y la conciencia. Para ello, los padres deben ayudar a sus hijos a reconocer sus emociones y las de los demás, incidiendo en la empatía e invitándoles a practicar actos altruistas para que vean su efecto en los demás.
Enseñarles a cultivar habilidades no violentas. En una casa en la que los adultos gritan y amenazan, difícilmente lograremos que los pequeños se comuniquen de forma sosegada. Los progenitores deben dar ejemplo y practicar con ellos el diálogo respetuoso y la escucha.
Poner barreras claras. Los padres no deben tolerar la violencia ni el engaño. Estas son líneas rojas que el pequeño debe saber que no puede cruzar, por muchas estrategias que use para ponernos a prueba.
La pedagoga Montse Domènech declara al respecto: “Los límites confieren seguridad a los niños, que se sienten perdidos si no hay unas pautas de conducta en el hogar. Los padres necesitan tomar la autoridad y no ceder a los intentos del niño por salirse con la suya”. Domènech, autora de numerosos libros sobre niños y adolescentes, señala que muchas veces los padres claudican por miedo a que la bronca se les vaya de las manos. La solución, según apunta, pasa por explicar los límites y reforzar los aspectos positivos del pequeño. La claridad en esas barreras, el refuerzo positivo y, sobre todo, dedicarles nuestro tiempo les dará la seguridad para desarrollarse como personas autónomas y felices.
La llegada del ‘bebé jefazo’
— El estudio de animación DreamWorks estrenó el año pasado la película El bebé jefazo. La historia narra cómo un niño de siete años es destronado por su hermano pequeño, el nuevo rey de la casa. Tim Templeton disfruta siendo el centro de atención de sus padres hasta la llegada del bebé, que se dedicará a imponer su ley.
— Esta película muestra muy bien cómo se siente un niño ante la llegada de un hermano. El mayor puede creer que le han robado el amor y el tiempo de los progenitores. Pierde parte de la autonomía conseguida y se “hace pequeño” para intentar llamar la atención, aunque sea a través de la