
Año 2018
El 80% de los jóvenes de ocho países latinoamericanos considera "normal" la violencia machista, según Oxfam Intermón
El informe 'Rompiendo moldes' de la ONG Oxfam Intermónanaliza las normas sociales que se encuentran en las raíces de las violencia machista en América Latina y Caribe
El 65% de las y los encuestados de 15 y 19 años no creen en el "no es no": sostienen que las mujeres cuando dicen ‘no', en realidad, quieren decir ‘sí’
"Esta normalización, alimentada por creencias y comportamientos, está fuertemente arraigada no solamente entre los jóvenes, también en las instituciones públicas y en nuestros círculos familiares y sociales", dice el estudio
Gabriela Sánchez
"No se trata de llenar las cárceles de hombres, sino de cambiar la sociedad", decía en una reciente entrevista la indígena experta en género, Irma Alicia Velásquez. Su país, Guatemala, cuenta con una de las normativas más avanzadas para perseguir la violencia machista, pero al menos 500 mujeres fueron asesinadas en 2017 por el hecho de ser mujeres. Por ello, insisten las organizaciones feministas, los cimientos que sustentan los comportamientos machistas también deben ser derrumbados para reducir las altas cifras de feminicidios.
Son esos cimientos, ese "imaginario" y esas "normas sociales nocivas" que alimentan el machismo, los que trata de identificar un reciente informe de la ONG Oxfam Intermón centrado en ocho países de América Latina y Caribe. A través de 4.731 encuestas, 47 focus group y 49 entrevistas en profundidad entre jóvenes de Bolivia, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y República Dominicana, el estudio se introduce en las "raíces profundas del sistema que produce, reproduce y sostienen las violencias contra las mujeres" y que, advierten, suelen derivar en la "normalización" de estos comportamientos.
El 86% de las y los jóvenes entrevistados aseguran que no intervendría si un amigo le pega a su novia. El 80% considera "normal" la violencia machista, según el análisis elaborado por la ONG. En Nicaragua, cuatro de cada diez encuestados saben que un amigo le pega a su novia. En República Dominicana, tres de cada diez jóvenes señalan que sus amigos golpean a sus parejas mujeres, según el informe de Oxfam Intermón.
"Esta normalización, alimentada por creencias y comportamientos, está fuertemente arraigada no solamente entre la juventud, sino también en las instituciones públicas y en nuestros círculos familiares y sociales, y se refuerza desde nuestras prácticas cotidianas", recuerdan desde la ONG. Los resultados provienen de las encuestas realizadas en América Latina y Caribe, pero sus respuestas pueden sonarnos familiares y son las que, según organizaciones feministas, nutren la base del heteropatriarcado.
La idea de la "virilidad masculina"
"Un hombre debe tener relaciones sexuales cuando quiera y con quien quiera. Las mujeres, no". "Los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres". "Una mujer decente no debe vestirse provocativamente, ni andar sola por las calles a altas horas de la noche". "Los hombres se enojan si su pareja no quiere tener relaciones sexuales". Son algunas de las ideas grabadas a fuego en las sociedades que, según detalla el estudio, alcanzan un mayor porcentaje de aceptación entre las y los jóvenes entrevistados. El documento se centra en América Latina pero muchas de esas creencias mencionadas
Así, por ejemplo, el 82% de las mujeres y el 80% de los hombres encuestados en América Latina y Caribe están de acuerdo con que "un hombre debe tener relaciones sexuales cuando quiera y con quien quiera, mientras, las mujeres, no". Del mismo modo, el 87% de ellos y ellas consideran que sus amigos creen que "los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres".
Las normas sociales de las que, según la ONG, se nutren las violencias machistas en la región son divididas en tres tipos que Oxfam Intermón: aquellas que hacen referencia a la idea de la "virilidad masculina" sobre la que acaba basándose "el control del hombre sobre la mujer". A través de esta creencia, "la mujer se establece [en el imaginario] en torno a la negación del placer sexual, como un cuerpo disponible para satisfacer las necesidades sexuales del hombre, un cuerpo bajo vigilancia permanente y al cual se le niega toda capacidad de decisión", concluye el documento.
El 65% de los jóvenes piensan que "no es sí"
El vínculo entre la virilidad masculina y la violencia se muestra, según el estudio, "cuando las y los jóvenes creen que los hombres no se pueden controlar, que las mujeres deben cumplir con las expectativas sexuales de ellos aun cuando no lo deseen, y al asumir que las mujeres son cuerpos pasivos".
El informe destaca "la culpabilidad hacia las mujeres por la forma de vestir, por andar hasta tarde en las calles o porque ellas han tomado alcohol". Siete de cada diez hombres jóvenes de 15 a 19 años creen que una mujer decente no debe vestirse provocativamente ni andar hasta tarde en las calles; seis de cada diez mujeres opinan lo mismo.
El "no es no" no obtiene aceptación entre los encuestados. "La creencia que justifica la violencia sexual al sostener que las mujeres cuando dicen ‘no, en realidad, quieren decir ‘sí’ es mucho más alta entre los hombres de 15 a 19 años, con un 65% de respaldo", sentencia el informe.
El "amor romántico" y la heterosexual normativa
El otro grupo de ideas estudiadas hace referencia a aquellas expresiones relacionadas con "el amor romántico" y la "herosexualidad como mandato obligatorio". Estos pensamientos, sostiene el estudio, repercuten en un "aumento del control sobre las mujeres". Aquí se encuentran altos porcentajes entre las y los jóvenes que "no reconocen como violencia que les vigilen los teléfonos móviles y las redes sociales, que controlan con quién se relacionan o cómo se deben vestir, cuándo y cómo transitar en los espacios públicos".
Según el estudio, más de la mitad de las creencias incluidas en este grupo, que perpetúan las violencias machistas a través del aumento de control de la mujer en base de un supuesto "amor romántico", tienen datos muy altos entre las mujeres y hombres jóvenes de 15 a 25 años.
Entre ellas se encuentran, afirmaciones como "no es violencia revisar el celular de sus parejas", apoyado por un 84% de las mujeres y un 77% de los hombres; "Los celos son la expresión del amor", asumida por el 43% de ellas y el 63% de ellos. En cuanto a la heterosexualidad como norma, identifican un 73-67% de sustento a frases como "Las lesbianas no deberían mostrar su orientación sexual en la calle".
"La creencia que indica que quien te ama te cuida se nutre de ideas que distorsionan y pervierten las relaciones amorosas naturalizando el control sobre las mujeres", recuerdan desde Oxfam Intermón. "Se enseña que entre amor y sufrimiento hay una relación inevitable. A las mujeres, se les enseña a aguantar toda clase de abusos machistas en nombre del amor", detalla el documento. Seis de cada diez hombres de entre 15 y 19 años creen que aman realmente si celan a su pareja, una creencia que, según el informe, se repite en todos los países estudiados. El 80% de la juventud afirma que sus amigos hombres revisan el celular de sus parejas y el 62% de 15 a 19 años, que ellos controlan las redes sociales de ellas.
La idea de "la buena mujer"
El último grupo de normas sociales analizado por Oxfam Intermón se engloba bajo las características atribuidas socialmente a "la buena mujer" que concluye, apuntan, en la "normalización" de las violencias machistas.
Oxfam Intermón resume en la siguiente afirmación la idea que está, según el estudio, sobre la que se basa la normalización: "Un hombre tiene derecho a corregir o disciplinar el comportamiento de las mujeres y para eso puede utilizar cualquier tipo de violencia". La ONG también analiza que los y las jóvenes asumen algunas "razones" por las que la mujer tiene que "aguantar la violencia".
De esta forma, según el estudio, "el 50% de las mujeres y el 38% de los hombres de 15 a 25 años piensan que las mujeres aguantan situaciones de violencia en la pareja porque ellas creen que es normal sufrir violencia". Del mismo modo, "el 61% de las mujeres y el 55% de los hombres porque creen que los agresores las amenazan con matarlas.
"El temor de la mujer es que la vayan a matar. Por eso, ella no habla", respondió una joven en un grupo focal de Nicaragua. Oxfam Intermón destaca que en República Dominicana, Nicaragua y Guatemala la naturalización de la amenaza de muerte obtiene porcentajes muy altos entre las mujeres y hombres de 20 a 25 años. Por su parte, Guatemala, El Salvador, Colombia y Honduras son los países donde más jóvenes piensan que "las mujeres aguantan la violencia, porque creen que es normal".
Cómo romper con estas creencias
Según Oxfam Intermón, 1.831 personas fueron asesinadas en 2016 en América Latina y Caribe. El documento de la ONG concluye que, aunque "celebra los avances legislativos conseguidos", exige a los Gobiernos "la aplicación de las leyes, garantizar el acceso a la justicia de las mujeres víctimas de violencia, asegurar presupuestos reales orientados a crear capacidades en las instituciones públicas y funcionarios y funcionarias, no revictimizar y contribuir con nuevos mensajes machistas".
Para acabar con esas creencias que, recuerdan, dan soporte a las violencias machistas apuestan por, entre otra medidas, "visibilizar a las familias que están transgrediendo el modelo impuesto". Destacan que las amigas y amigos "pueden tener un enorme poder en la construcción de imaginarios y normas sociales alternativos", así como los medios de comunicación y los líderes de opinión juveniles, como los instagramers y youtubers.
Del crimen de Priego al de Tremañes: una década de muertes entre parejas gais
Desde 2008, han tenido lugar al menos 15 asesinatos entre parejas del mismo sexo en España. El pasado fin de semana, ocurrió el que parece ser el último de estos casos
Garaje de Priego de Córdoba
(Córdoba) donde fueron hallados los cadáveres de J. Luis y J. Alberto. (EFE)
AutorBorja Rodrigo 17.04.2018 – 19:42 H
Al menos 15 asesinatos entre parejas del mismo sexo han tenido lugar en los 10 últimos años en España. El primero ocurría en el barrio de Tremañes (Gijón) en enero de 2008. El que parece ser el último tuvo lugar el pasado fin de semana en Priego de Córdoba. Los cuerpos sin vida de J. Luis, de 43 años, y de J. Alberto, de 23, fueron hallados este lunes en el vehículo del primero, que estaba aparcado en el garaje de su madre en la localidad andaluza.
No ha trascendido todavía quién murió antes. Sí se sabe que fallecieron a causa de las hemorragias provocadas por un arma blanca, que se descarta la participación de terceras personas, que ambos eran pareja y que uno mató al otro y luego se quitó la vida, apuntan fuentes próximas a la investigación. En caso de confirmarse esta hipótesis, se trataría de un crimen de violencia intragénero, es decir, entre personas del mismo sexo que mantenían una relación. El juez ha decretado el secreto de las actuaciones hasta que se resuelva el caso.
Desde la Delegación del Gobierno de Andalucía explican que la investigación sobre la muerte de estos dos varones descarta "en principio" la participación de una tercera persona. El garaje en el que han aparecido los cuerpos estaba "cerrado por dentro, tenía luz y estaba puesta la llave por dentro", a lo que añaden que "hay un arma blanca que habría servido para los hechos" y que "los dos cuerpos aparecieron en el coche". Uno de ellos en el maletero, el otro en el asiento trasero.
Los familiares de J. Alberto dieron la voz de alarma el pasado jueves sobre su desaparición, tras no tener noticias de él durante varias horas. El joven, natural de Lucena, había acudido a Priego de Córdoba para ver a su pareja. J. Luis era reservado y el entorno de ambos no conocía que mantenían una relación, pero los dos tenían contacto continuo mediante las redes sociales. J. Alberto no escondía su orientación sexual: seguía colectivos LGBT y llevaba por bandera la lucha contra las discriminaciones en el colectivo.

J. Luis era aficionado al deporte. Se puede observar en las pocas imágenes publicadas en sus redes sociales, donde se mantenía alejado de la esfera gay. J. Alberto estaba enamorado del arte, la música y el cine, y en varias imágenes de sus redes sociales puede observarse a parejas del mismo sexo besándose.
El informe preliminar elaborado por el Instituto de Medicina Legal de Córdoba ha confirmado que a los dos les provocó la muerte un "shock hemorrágico secundario por heridas de arma blanca".
Tragedia en Holiday Gym (2011)
Un arrebato de celos. Esa fue la causa de que el conocido gimnasio de la cadena Holiday Gym del distrito de Chamartín de Madrid se tiñera de sangre el 26 de julio de 2011. Fueron 11 los disparos que se escucharon aquella tarde. El sargento de la Guardia Civil Ángel Luis J.T., de 45 años, acababa con la vida de su expareja, Marcos H., de 28, tras asestarle 10 disparos. El último que se escuchó fue el que disparó para acabar con su vida.
Los dos hombres discutieron en la puerta, de manera bastante airada, según relataron entonces los testigos. Marcos se metió en el vestuario, para cambiarse y comenzar su entrenamiento. Pero Ángel Luis fue detrás de él y comenzó a dispararle. Ambos portaban armas, pero Marcos no llego a empuñarla. El primero disparó una pistola del tipo Beretta, el otro portaba un revólver.

El sargento sobrevivió al disparo que se metió a bocajarro, ya que los sanitarios acudieron al lugar de los hechos y lograron estabilizarle. Fue ingresado en estado crítico en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde murió solo unos días después.
Ambos hombres habían sido pareja hasta 15 días antes del suceso. Marcos H. había comenzado una nueva relación pocos días antes y estaba emocionado con su nueva vida y su recién estrenado trabajo en el centro de 'fitness', motivo por el que los investigadores apuntaron entonces a que los celos habían sido el móvil del asesinato.
Las bodas de sangre de Manuel (2009)
El pasado 14 de abril se cumplieron nueve años del primer crimen en una pareja del mismo sexo que más se ha mediatizado y que las asociaciones LGBT han utilizado como bandera para solicitar cambios legales en este tipo de violencia y una mayor protección para las víctimas. Manuel de Latorre, natural de Alcudia de Monteagud y de 34 años, murió en Adra (Almería) después de que su marido, El Housin, le rebanara el cuello con un cuchillo.
Tres horas después de acabar con su vida en el número 110 de la calle Natalio Rivas, agentes de la Policía Local de Adra y de la Guardia Civil encontraron a El Housin en un paraje agrícola de la localidad. El hombre se había ahorcado en la pared exterior de un invernadero. Allí estaba el coche en que había huido y sobre su techo, el cuchillo de caza ensangrentado con que había acabado con la vida de su marido.

La Policía sale del armario: “No somos como los que nos perseguían hace 40 años”
María Zuil
Se consumaba entonces el primer asesinato en un matrimonio homosexual desde que en 2005 el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobara este tipo de uniones. El suceso ocurría en su tercer aniversario y el despecho amoroso también fue el detonante de aquel crimen. Faltaban poco más de tres meses entonces para que también se cumplieran tres años de la legalización del matrimonio homosexual. Según publicaron por aquel entonces los medios locales, De Latorre había solicitado el divorcio a su marido, musulmán practicante y natural de Marruecos, pero que llevaba años afincado en España.
"Era un muchacho superentusiasta que llevaba 11 años aquí, siempre ha trabajado con los colectivos asociativos, especialmente con el tema de drogas, pero también, y paradójicamente, con asuntos de violencia de género. Estaba integrado en la sociedad abderitana, era muy querido por todos. Tanto es así que era un referente en los servicios sociales, pues se prestaba absolutamente a todo", dijo la alcaldesa de la localidad de Adra entonces. Manuel trabajaba como asistente social a diario en el ayuntamiento.
Crimen de Tremañes (2008)
Rafael G. S., de 41 años, era detenido la mañana del 8 enero después de admitir haber matado la noche anterior a puñadas a su pareja, Constantino J. M. V., de 59, en el domicilio que compartían ambos en el barrio de Tremañes, en Gijón. El suceso se produjo después de una discusión en su vivienda.
Fue el propio Rafael quien llamó a las fuerzas de seguridad para confesar el atroz acto que acababa de cometer. Su pareja murió la madrugada del lunes a consecuencia de las puñaladas que le fueron asestadas.
El fallecido, un pensionista natural de Luarca, convivía con su pareja desde hacía un año y medio, pero se presentaban como hermanastros, pese a que los vecinos de la comunidad sabían de su relación sentimental.
Violencia invisible
Desde Colegas-Confederación LGTB Española reclamaron este lunes medidas legislativas que "equiparen" a las víctimas del colectivo con las de la violencia machista, especialmente para garantizar su protección.
Sin embargo, no opinan igual los expertos. En conversación telefónica, el psicólogo Santiago Redondo concluye que "no se puede meter todo en el mismo saco". Para este psicólogo, la violencia de género entraña otros aspectos y este tipo de crímenes deben "ser analizados como un crimen entre personas adultas, en primera instancia, no como un aspecto de violencia de género". Actualmente, la legislación trata este tipo de casos como violencia doméstica.

La nueva ley LGTBI obligará a cambiar libros de texto y prohibirá las terapias de reversión
Paloma Esteban
Según defienden desde la Confederación LGTB, "no hay una ley que ampare" a las víctimas de violencia intragénero. Asimismo, denuncian que el Pacto de Estado contra la Violencia de Género recientemente aprobado "no tiene en cuenta" a las víctimas de este colectivo, y la Ley de Igualdad LGTBi que se está tramitando en el Congreso "no desarrolla" este tipo de violencia.
En este contexto, reclaman una norma que "identifique" este tipo de violencia y la contabilice de manera oficial para así "normalizarla". "Se considera violencia doméstica, pero no está equiparada a la de género", sostienen, e insisten en la necesidad de ofrecer a todas las víctimas unos "recursos sociales igualitarios", como las viviendas destinadas a víctimas de violencia machista.
"El 30% de los hombres violaría" y otros bulos de violencia machista en internet
El caso Diana Quer ha hecho correr estadísticas y rumores. Hacemos un 'fact-check' para ver cuáles son reales y cuáles no
En el contexto del descubrimiento del cadáver de Diana Quer y las pesquisas de la Guardia Civil sobre su asesinato, el debate sobre la violencia machista ha resurgido con fuerza en las redes sociales. En una época de posverdades y viralidad, la ciencia sigue siendo la última frontera de los hechos irrebatibles, y mucha gente se agarra a ella para promover estudios que, en realidad, no dicen exactamente lo que se interpreta en WhatsApp o Twitter.
El 30% de los hombres violaría
Uno de los bulos más recientes se centra en las llamativas cifras de un estudio realizado en 2016: "Un 30% de los hombres violaría si supieran que su acción no iba a tener consecuencias penales".
La cifra, que ya ocupó titulares tras su publicación en noviembre de 2016, procede de la tesis doctoral en la Universidad de Rennes (Francia) de Massil Benbouriche, un psicólogo criminal que, tras trabajar durante años con convictos por depredación sexual, decidió enfocar su carrera académica en esas otras agresiones, más sutiles, las que a menudo no se traducen en crímenes pero ocurren cada noche en bares y discotecas: la presión coercitiva de los hombres hacia las mujeres para tener sexo.
Benbouriche cogió para su experimento a 129 personas, principalmente de su entorno universitario (estudiantes o empleados de entre 21 y 35 años), e inoculó a la mitad de ellos una cierta cantidad de vodka para, una vez alcanzados los 0,8 g/L, exponerles a una situación hipotética en la que dos desconocidos comienzan a besarse pero ella empieza a mostrar cierta disconformidad a seguir adelante. La mitad de los sujetos fueron expuestos, además, a un vídeo de "naturaleza pornográfica" para comprobar sus efectos en la disonancia cognitiva.
Lo que Benbouriche quería estudiar es si a esos hombres les afectaba más el alcohol o su adherencia a la 'cultura de la violación', y sus resultados pueden parecer escandalosos: el 50% dijo que "emplearían medidas coercitivas no necesariamente violentas (amenazas, manipulación o intoxicación) para tener sexo con una compañera femenina que no rechazara claramente sus avances", o que el 30% forzaría el acto sexual si estuviesen seguros de que la víctima no lo denunciaría.
El estudio no llegó a ser publicado en una revista científica o sometido al proceso de revisión por pares, ni midió respuestas con y sin alcohol
Este 30% procede de una media entre los hombres que no consumieron alcohol (entre el 8 y el 20%) y los que sí bebieron (entre el 20 y 60%), pero en cualquier caso el propio investigador señala que los resultados "son difíciles de adaptar a la población general". El estudio no llegó a ser publicado en una revista científica o sometido al proceso de revisión por pares, así como tampoco midió la respuesta de los mismos individuos con y sin alcohol.
En otras palabras, para Benbouriche el principal hallazgo del trabajo no era que uno de cada tres hombres sea un violador potencial, sino que la distorsión cognitiva o la adherencia a la 'cultura de la violación' juegan un papel tan importante como el consumo de alcohol en todos estos asaltos sexuales que nunca son denunciados o castigados.
Las denuncias falsas contra hombres también existen
Las denuncias falsas contra hombres en casos de violencia de género sí, existen. Esta frase cobra sentido solo con la cifra real de falsas denuncias que ha habido en los últimos años: en 2017, cero mujeres fueron condenadas por presentar una denuncia falsa, según la última memoria de la Fiscalía General. Entre 2009 y 2016 se contabilizaron 79 casos donde se probó y se ejecutó una condena por denuncia falsa. Se trata del 0,0075% sobre el más de un millón de denuncias presentadas.
Entre 2009 y 2016 se contabilizaron 79 casos donde se probó y se ejecutaron condenas por denuncias falsas. Se trata del 0,0075%
También existen denuncias retiradas porque el fiscal no les dio credibilidad y que no acabaron en una condena para la denunciante. En 2016 hubo ocho casos, esto es, el 0,0055% de todas las denuncias, en línea con los datos de años anteriores.
El dato de denuncias que suele pasarse por alto, es, en cambio, el de las víctimas por violencia de género que no habían denunciado a su agresor: desde 2009, siete de cada 10 mujeres asesinadas (75%) no habían denunciado.
Los 30 hombres asesinados a mano de sus mujeres
Es uno de los bulos más extendidos, pero la realidad es otra. El Consejo General del Poder Judicial publica el número de muertes de hombres a manos de sus parejas o exparejas: en 2015, último año del que hay datos, fueron 10.

Hay algunos factores que llevan a dar cifras equivocadas. El más común, incluir a todos los hombres asesinados en el ámbito de violencia doméstica con independencia de que el autor sea la pareja o expareja. En la misma línea, lleva a error contar entre estos casos los asesinatos en los que la pareja es otro hombre.
En España hay mucha más violencia machista
A nivel mundial, los datos de violencia de género en España no la sitúan a la cola de ningún indicador. Nuestro país cuenta con una de las mejores leyes del mundo y, aunque no es perfecta, el Consejo Europeo definió como "ejemplar". Echando un vistazo a la situación europea, sin embargo, los datos indican algo muy claro: la violencia de género es un problema en todo el viejo continente.

Los pasos que faltan para que la violencia de género deje de estar limitada a las parejas
D. Grasso
El problema fundamental para poder comparar entre países es la diferencia metodológica en la recogida de información. Y, con ella, la diferencia legislativa. Ningún Estado europeo cuenta con una definición legal de feminicidio. Tampoco hay consenso sobre lo que se entiende como violencia interna a la pareja en cada uno de los 28 estados miembros. Y un dato clave para abrir el debate, como el del sexo de la víctima y el del agresor, no se recopila en Dinamarca, Grecia, Luxemburgo, Lituania, Malta y Polonia. Francia y Reino Unido, en cambio, recogen y publican información hasta sobre el arma utilizada para perpetrar el crimen.
Teniendo en cuenta estas discrepancias, la Oficina de Estadística de la UE, Eurostat, recaba información de departamentos judiciales y ministerios de Justicia e Interior para intentar dar una imagen fidedigna del alcance del problema. Divide así entre los asesinatos de mujeres ejecutados por sus parejas o exparejas y los llevados a cabo por miembros de la familia de la víctima. Las últimas cifras comunitarias, relativas a 2015, marcan en 76 el total de estos delitos en España, 60 definidos como casos ‘oficiales’ de violencia de género. En total, en los 19 países que recogen sus datos de forma armonizada para Eurostat, hubo 491 casos que encajarían en la definición de la legislación española.
En este mapa hemos recopilado las cifras de 2015, contextualizadas en relación a la población de cada país. En los últimos años, España está en el mismo grupo de sus vecinos más próximos: entre 0,10 y 0,20 asesinadas por cada 100.000 habitantes, según datos de Eurostat.
El acoso también es extendido en toda Europa. En la encuesta más amplia que se ha hecho para identificar los patrones que conducen a la violencia de género, elaborada en 2014 por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE), se entrevistó a 42.000 mujeres de los 28 países europeos. Más de la mitad (55%) de las entrevistadas declaraban haber sido acosadas sexualmente alguna vez en su vida. España (50%) está en línea con el resto de Europa.
Es culpa de los inmigrantes
De acuerdo con el barómetro Proyectoscopio 2017, el 31% de los jóvenes cree que la violencia de género se incrementa al aumentar de la población extranjera.
En 2016, de los 52 agresores, 35 eran españoles y 17 extranjeros (67,30% y 32,69%, respectivamente), algo que incluye también a personas de nacionalidad belga, británica o polaca, esto es, personas que no se corresponden con la imagen colectiva del ‘inmigrante’ y no necesitan permiso de residencia. El Consejo General del Poder Judicial destaca, en su informa anual, que en los últimos años está aumentando el peso de los agresores españoles: "Hay que tener en cuenta que desde el año 2009 se observa una disminución continua del porcentaje de presuntos agresores de nacionalidad extranjera y un aumento de españoles, en concreto los españoles han aumentado un 33% sobre el total de agresores desde 2009 y los extranjeros han disminuido en un 43%”, explica en su último informe, de 2015. En los dos años que no alcanza dicho estudio, la tendencia se ha mantenido exactamente igual.

Violencia de Género: más de 800 mujeres han sido asesinadas. Descubre cada caso
Daniele Grasso
Otro dato que fluctúa sin particulares tendencias desde 2011 es el de la relación entre víctima y maltratador: en el 60% de los casos suelen ser ambos españoles, en un 25% ambos extranjeros.
Quienes han estudiado los perfiles de maltratadores en España destacan diferencias culturales entre agresores españoles y extranjeros. Dos psicólogos de la Universidad de Navarra analizaron en 2011 las características de 448 agresores, la mitad de ellos extranjeros, la otra mitad nacionales. Los inmigrantes suelen ser más jóvenes y más a menudo tienen hijos en común con la víctima. Y en este colectivo eran mayores los casos de abusos sufridos en la infancia. Eso sí, destacan los autores en su trabajo publicado en la revista 'Behavioral Psychology', el pensamiento machista es común a todos: "La presencia de pensamientos machistas sobre la inferioridad de la mujer y sobre el uso de la violencia como estrategia válida de afrontamiento es un fenómeno observable en la totalidad de la muestra".
La mitad de las víctimas son menores
El dato es erróneo. Solo una víctima era menor de 20 años en 2017. En la veintena se encontraban 10, pero el tramo de edad en que más muertes se han registrado en el último año es entre los 31 y los 40, de acuerdo a los datos oficiales del ministerio.

En los últimos 17 años, el 27% de las mujeres tenían entre 31 y 40 años cuando fueron asesinadas. Solo un 3% tenía menos de 20 años.